En un libro, brillantísimo, sobre diversos estudios literarios encontré una leyenda, que junto con la investigación hecha por el autor de dicho libro, me apasionaron. El autor del libro es don Ramón Menéndez Pidal y este libro de estudios literarios fue la primera toma de contacto que tuve con este doctísimo hombre; mea culpa, lo sé, ya me he flagelado lo suficiente por no haber leído nada de este autor, por culpa de la pereza o la casualidad. Pero lo que si es un hecho provisto de causalidad (lo subrayo) es el hecho de que lo empezara ahora, en este periodo, ciclo, en el que me he sumergido realizando un viaje, a mi manera, modo, voluntad y osadía, en las letras españolas, y del cual, pretendo dar buena cuenta en este blog. Les aseguro que mi análisis no es el de un hombre sabio ni un docto historiador, escritor, profesor... pues carezco de los conocimientos suficientes para realizas análisis asi, sino que será el análisis que puede ofrecer cualquier lector ante una obra. La leyenda de el condenado por desconfiado escrita por Tirso de Molina, guiado por el estudio de don Ramón nos transportamos hasta los origenes de dicha leyenda, mas lo importante en la mayoría de las leyendas, no es lo estético, sino la enseñanza que encierra, la enseñanza oculta que de repente se se muestra ante uno como un libro abierto, y es la búsqueda del origen de esa enseñanza a la que nos ha transportado dicho autor mediante el estudio de la literatura, y el destino en el que acabamos, es en la cultura india, de allí, tal como nos expone documentadamente Ramón Menendez Pidal es de donde surgió tal enseñanza y leyenda. Tambien dignas de mención, por algo mas que la simple curiosidad, lo son todas las variantes de dicha leyenda que recoge en su estudio, pasando por diversas culturas, religiones, regiones y apariencias, pero con una misma enseñanza, punto de unión por lo tanto de dicha leyenda y sus variantes, y de dichas culturas y sus análogas. Me limitare a resumir, en la medida de lo posible, una de las muchas variantes, siendo lo de menor importancia los nombres, lugares y dioses acaecidos en esta variante, pues son pocos y evidentes los cambios de la leyenda india, a la musulmana, cristiana o judia:
Se dice que un docto y piadoso varón, el cual le dedicó toda su vida a Dios, y en cierta oración preguntó a Dios por quién sería su compañero en el Paraíso. Recibiendo en sueños la respuesta que le indicaba el nombre de un carnicero. Este al recibir la respuesta se aflige, pues esperaba que su compañero fuese un hombre tan docto y santo como él. Volvió Dios a reverlarse al santo varón al verlo afligido de esa manera, y en sueños volvió a comunicarle: -¿Por qué te afliges? ¿Es que acaso conoces al carnicero y si es lo suficientemente santo?... A la mañana siguiente fue el anciano en busca del carnicero. Al encontrarlo en el pueblo, vió que era un hombre pobre, malhablado y que le gustaba darse grandes fiestas de juegos y vino. Entonces el sabio se sintió aun mas afligido, y viendole así de afligido el carnicero lo llevó a su casa para ayudarle. Cuando llegaron el sabio le contó al carnicero la historia que le hizo venir a buscarlo, y sintiendose humilde aun mas, le dijo: -Como tu que eres un santo varon pretendes buscar en mi algo igual de santo, en mi nada bueno hay. Y dijole esto saco un plato de comida para su nuevo invitado quedandose él sin comer. El sabio pensó que aun a pesar de ese gesto de bondad no era lo suficiente bueno para él que se habia pasado toda su vida practicando la limosna, caridad y ascetismo. Pero entonces, cuando hubo terminado de comer, enseñándole la casa le decía el carnicero al sabio: mi casa no es digna de ti, siento la pobreza de mi casa, pero necesito todo para darle el bien que se merecen a mis mayores. Y atravesando una puerta, pasaron a una estancia que no parecía parte del resto de la casa, estaba adornada con las mejores galas, perfumado con los mas selectos inciensos, los mas cómodos divanes, en los que habia dos ancianos perfectamente aseados, limpios y pulcros, frente a dos bandejas de comida copiosa y exquisita. Entonces al sabio se le enterneció el corazón, y comprendió que el carnicero era mil veces mas digno que él de entrar en el Paraíso. Y volvió el sabio a la casa de sus padres, a los cuales abandonó para retirarse en vida ascética, y quedandose para cuidarlos hasta el resto de sus dias. Dándose cuenta que hasta el mas ocioso y menos religioso hombre movido por un corazón bueno, es capaz de alcanzar la misma gloria que él alcanzó con su vida ascética, ermitaña y altiva.
Esta es la enseñanza de la leyenda. Como nos indica el magistral don Ramón, estas leyendas van cambiando pequeños aspectos de la leyenda, asi como por ejemplo el oficio del hombre aparentemente pecador que de cazador indio (oficio mal visto en la antigua cultura india) pasó a peletero musulmán, a carnicero judio o simplemente se le describe como un pecador (simplemente basta con expresar lo indigno del supuesto pecador), o se sustituye el amor fraternal por el amor al prójimo, pequeñas variantes al fin y al cabo hechas para encuadrarse mejor en los distintos pilares de las diversas culturas, religiones y regiones, facilitando así su comprensión.
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